LA ESTRATEGIA QUE HIZO VENCEDOR A TRUMP

Columnistas
Typography

Por: María Trujillo

Donald Trump se convirtió en el presidente número 45 de los EEUU. Para el mal pronóstico de muchos es fiel a sus promesas de campaña, dirige para el mismo electorado que le dio el triunfo y su gobierno está bajo el escrutinio de la prensa por los conflictos de interés y nepotismo con los que inicia su administración. ¿Cómo es que un inmobiliario/estrella de los reality shows carente de experiencia política lo logró?

         Lee: México en la Renegociación del TLCAN: ¿Tan cerca de Canadá, y cada vez más lejos de Estados Unidos?

EEUU es un país cimentado en la inmigración, cuyos habitantes se sienten orgullosos de sus instituciones y leyes, a pesar de esto, la inequidad y la corrupción prevalecen en esa nación. Mientras que algunos estados gozan de bonanza y sus habitantes viven el sueño americano, otros ocupan la América olvidada y marginada. La idea de que Donald Trump podía romper el status quo que sólo beneficia a los más ricos, que da inmunidad a los poderosos, y que fortalece las redes de corrupción, fue central en su campaña. 

Este ciclo de corrupción que excluye a la mayoría, fue la mejor arma de Trump ante una Hillary Clinton que para el electorado representaba más de lo mismo; sus 30 años de carrera política y sus lazos con un expresidente la volvieron indeseable.

Trump difundió la imagen de ser el único capaz de defender al pueblo americano y sus intereses verdaderos, lo cual fue aceptado incluso por aquellos que, aunque no coincidían con sus ideas intolerantes y nacionalismo exacerbado, estaban hartos de ser incapaces de lograr lo mismo que sus padres y abuelos en su juventud como comprar una casa, contar con opciones de empleo digno y tener estabilidad económica, pero sobre se enfocó en el miedo; el temor al otro.

         Checa: Oradores y Elecciones en el Estado de México

Más que presentar propuestas de políticas públicas, Donald Trump planteó objetivos claros y carentes de complejidad para cualquier ciudadano:

-Hacer a América grande de nuevo

-Sacar a los migrantes

-Deportar 11 millones de ilegales

-Construir un muro en la frontera sur

-Prohibir la entrada de musulmanes

-Cambiar los acuerdos internacionales que han favorecido a otras naciones menos a EEUU

Su campaña disruptiva apeló a la nostalgia que sentía el americano: los buenos tiempos. Las gorras con su slogan “Hacer a América grande de nuevo” (Make America Great Again) fueron todo un éxito en el segmento en el que se enfocó, a diferencia del “Yo estoy con ella” (I’m with her) o del “Más fuertes unidos” (Stronger Together) de Hillary Clinton que no logró posicionarse. 

Los esfuerzos del “anticandidato” fueron hacia el votante blanco y rural: marginado, carente de estudios superiores, machista y conservador: el llamado blue-collar. Su discurso conectó de inmediato y rápidamente ganó seguidores, pero también despertó al elefante blanco que sobrevive, acallado por lo que es políticamente correcto, aunque está presente y se alimenta de la xenofobia y la supremacía blanca. 

         Mira: Camila de la Fuente: mejorar la sociedad a través de la crítica

Otro de los puntos favorables para su campaña fueron los no votantes y los propios demócratas. A pesar del temor que la política fanática de Donald Trump suponía para los latinos y negros, muchos  decidieron no votar. Por lo que el voto negro activo demócrata fue 11 por ciento menor que en el 2012, es decir, 2 millones de votantes negros demócratas decidieron no ejercer su voto mientras que sólo el 11 por ciento del total de votantes fueron latinos. Al igual que los millenials quienes el día del sufragio resolvieron que no había candidato que pudiera representarlos, ya que Bernie Sanders había perdido frente a Clinton en la Convención de Delegados del Partido Demócrata, y mientras que el primero ofrecía propuestas con tintes socialistas que lo hicieron muy popular entre los jóvenes, la aspirante era percibida como sosa y mentirosa por sus acciones afines a la guerra con otros países y los videos de su juventud que circulaban en las redes sociales donde mostraba posturas fuertes y distintas a las de su campaña, lo cual se sumó al escándalo por el envío de correos electrónicos confidenciales a través de un servidor privado durante su paso por la Secretaría de Estado.

El día de la votación llegó y a pesar de no haber obtenido la mayoría de los votos, el sistema electoral norteamericano favoreció a Trump, quien obtuvo 304 votos mientras que Clinton se quedó con 227. Además el empresario ganó los estados históricamente democráticos: Michigan, Pennsylvania y Wisconsin.

En lo que respecta al voto de la gente, Donald Trump obtuvo 62,985,105 votos; por Clinton votaron 65,853,625, mientras que 71,242,647 personas no sufragaron.

De acuerdo a la Encuesta “Elección Nacional” de  Edison Research, las personas entre 18 y 39 años representaron el 36 por ciento del total de los votantes y favorecieron a Clinton en un 53 por ciento, mientras que el grupo de edad de 50 años en adelante votó en un 52 por ciento por Trump. 

Los temas decisivos para elegir a Trump fueron: el terrorismo (57%) y la migración (64%). Además ganó el 58 por ciento del voto blanco que representó el 70 por ciento del total de los votantes.

          Te puede interesar: Ignacio de Moya presenta su libro "Oratoria y Discurso Político. Breve Manual Práctico”

Donald Trump y sus antivalores fueron la opción oportuna para un electorado desatendido que se movilizó para llevar al triunfo a un hombre nacido en cuna de oro y que se ha beneficiado del sistema y la globalización para obtener ganancias de sus negocios. Sin duda una campaña, para muchos cuestionable por la legitimación del racismo que avivó, pero cuyo éxito no se debió al incremento del voto republicano sino a la disminución del sufragio demócrata al no contar con un candidato a la altura del carismático Trump en un país con un escenario económico interno complicado y con el latente temor al terrorismo.

BLOG COMMENTS POWERED BY DISQUS