La Tierra está viva y los volcanes son el mejor recordatorio en un país como México que cuenta con poco más de 2000 de ellos. Por lo que su monitoreo y estudio es vital para evitar una tragedia.
De acuerdo con los expertos vulcanólogos mexicanos, el pronóstico de escenarios es la esencia de la gestión de riesgos para evitar tragedias.
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Dicha gestión requiere de un esquema de prevención de riesgos, que en México nació en el año 1986 a partir de los desastres por la erupción del volcán Chichón (Chiapas) en 1982 y del temblor que cimbró a la Ciudad de México en 1985.
La toma de decisiones corre a cargo de Protección Civil, la cual es asesorada por un Comité Científico, con base en la elaboración y análisis de pronósticos de escenarios.
Esta toma de decisiones se hace cuando se determina que hay medidas en un escenario que reducen el riesgo por vulnerabilidad.
Una de estas medidas de prevención de riesgos ha sido el diseño del semáforo de alerta volcánica, que no está basado en el volcán sino en el nivel de alerta de la población.
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Las fases del semáforo están dirigidas a las autoridades de Protección Civil, que saben con antelación qué hacer en cada una de ellas, lo que no deja lugar a condiciones intermedias.
Por ejemplo, el color rojo le comunica a la gente que el riesgo cambió de ser aceptable a no aceptable. Mientras que las autoridades de Protección Civil entienden que en una de estas fases deben de realizar la evacuación de la población, que con antelación se trazó y ensayó como medida preventiva de un desastre. Ya que evacuar cuando el volcán está lanzando rocas a grandes distancias o hay presencia de lahares (masas compuestas por lodo, agua y sedimentos que descienden a gran velocidad y han sido los responsables de matar a más gente en eventos volcánicos) es altamente riesgoso.
Al respecto hay que tener en cuenta que la lava emanada de un volcán no es como lo pintan las películas, pues ésta es expulsada con un ritmo más lento.
De acuerdo con el físico Dr. Fernando de la Cruz Reina, investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el caso de la actividad volcánica no parece haber una relación directa entre la magnitud de las erupciones y la dimensión de los desastres, por lo que este sistema de alertamiento busca cubrir las posibles consecuencias.
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En este sentido, no se puede evitar un fenómeno natural pero se pueden tomar decisiones basadas en el monitoreo volcánico que prevengan un desastre, no daños. Entendiendo que los desastres son la consecuencia de malas políticas y decisiones por parte de la población y autoridades, como los asentamientos en la periferia de los volcanes y otros sitios de riesgo. Por lo que a decir de los expertos en riesgos, las zonas que aparecen en vulnerabilidad en el Atlas de Riesgo del volcán Popocatépetl no deberían de estar habitadas.
De acuerdo con el Atlas de Riesgo volcánico o el Atlas de Riesgo Nacional ¿el lugar en el que vives es seguro?
Fuente: CENAPRED
Fotografías portada: Centro Universitario de Estudios Vulcanológicos
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