Por: Julio Alonso
Es realmente placentero terminar la una noche de concierto cansado, pero sobre todo con un sentimiento de “Ummm… que bien la pase y eso que no lo esperaba”; y no lo esperaba no porque no supiera que es lo que tendría que hacer esa noche, no lo esperaba porque cuando me dijeron que tenía que cubrir el concierto de Bear in Heaven mis expectativas eran bajas, incluso le dije a mi editora que no los conocía realmente bien, salvo por los sencillos que andan en las ondas radiales de esta Ciudad y menos aún a la dúo que abriría cancha a los yankees, fenómeno que no es ajeno ni para su propia disquera, porque ni siquiera aparecen en su listado de artistas.
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Igual fui con la idea de que sería una noche larga. Con todo y que no hice mi tarea la noche anterior para prepárame para dicho concierto, que honestamente creo que fue mucho mejor porque la sorpresa fue mucho más grata. Desde el momento en el que llegue al Lunario fui recibido con un lindo regalo porque todos aquellos que llegaran temprano al evento recibirían un disco del rico catalogo de Arts & Crafts México.
Una vez arriba y con copa en la mano encerrado en el área de bebidas ya que por la naturaleza del evento no era posible sacar las mismas del pequeño bar (era para menores de 18 años) empezaron los locales con su sonido agradable y totalmente digerible, perfecto para raspar la suela incluso para aquellos que jamás habíamos oído hablar de I can Chase Dragons, pero el mejor momento (al menos para mi) fue cuando tocaron el one hit wonder de Len, “Steal my sunshine”, un par de canciones después terminó su turno y todos fueron nuevamente al bar pensando que la espera sería algo larga.
Todos nos equivocamos, porque ni bien habían pasado 20 minutos cuando el acto principal se presento con “Idle heart” mientras la voz de Jon luchaba por ser escuchada por sobre los gritos de sus ávidos seguidores, sin pausa siguieron con “You do you” pero esta vez la gente dejo el grito por el baile, al terminar la canción el mismo Jon presento a su banda en un español sorprendentemente fluido (no exento de acento jocoso) y fue entonces cuando presento su sencillo “Sinful nature”, no se hizo esperar la ovación desmedida de la audiencia mientras bailaban aún a un paso tranquilo.
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Mientras el concierto fue creciendo y elevando el animo de todos los presentes también lo fue haciendo la empatía de la banda con su público que le respondía fervientemente mientras todos se movían en un rave cadencioso, oscuro e hipnotizante al tiempo que se deleitaban con “Lovesick teenagers”, canción que a pesar de su naturaleza angustiante y melancólica no deja de sonar bien en la pista de baile en la que se había convertido el Lunario.
Fue en el momento del encore que me di cuenta de que no quería que terminara el concierto, sí, realmente fue así de bueno y yo quería seguir satisfaciendo mi curiosidad sónica, que a pesar de que ninguno de los dos proyectos tiene un sonido realmente fresco o innovador pero que aún así la pared sónica de Bear in Heaven junto con la teatralidad de su vocalista, las desgarradoras historias de canciones como “Wholehearted mess” nos quedamos con un gran recuerdo de una noche que aparentemente no auguraba nada interesante.
¿Qué fue lo mejor?
La energía de la que se nutria Jon Philpot y que emanaba de una audiencia que quería ver a su banda del momento y que no iban solo por ir a un concierto como todo hypster, ummm, creo que yo entro en esa ultima categoría…
La sorpresa para aquellos que no sabíamos las capacidades de Bear in Heaven.
Los discos regalados de Arts & Crafts ¡Gracias!
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¿Lo peor?
Cuando salió al escenario I can Chase Dragons la voz de su vocalista se escuchaba bien, ¡¿por qué entonces el ingeniero de sonido no pudo hacer lo mismo con el acto principal?!
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