Venden peyote en tianguis de Tlalne y Atizapán

EdoMéx
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En los límites de Atizapán de Zaragoza y Tlalnepantla de Baz es comercializada la cactácea en peligro de extinción Lophophora.

Los jueves y domingos son los días que se coloca este gran tianguis que va desde avenida de los Maestros, en Tlalnepantla, hasta el Boulevard Adolfo López Mateos en Atizapán y que bifurca en la vía Adolfo López Mateos (Tlalnepantla).

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Ahí  no solo abunda la venta de bebidas alcohólicas, convirtiéndose casi en un rito ir a comprar una michelada y recorrer el tianguis mientras se bebe, sino también han aparecido puestos de venta de plantas, algunas comunes, otras populares, otras coleccionables y otras amenazadas  como la biznaga y el peyote, cuya extracción y comercialización están prohibidas.

Las cactáceas Lophophora se encuentran en las zonas áridas y semiáridas mexicanas, principalmente el altiplano, así como de algunas zonas del sur de Estado Unidos. En la antigüedad eran usadas de manera medicinal y en ritos ceremoniales. Sin embargo actualmente se extraen de manera descontrolada a causa del "boom" por la colección de plantas que trajo la pandemia, así como por el llamado turismo psicodelico, es decir, aquel que se traslada para drogarse, en este caso específico para consumir el peyote en sus diferentes variantes (pulverizado, en infusión o crudo)  con fines de entretenimiento o para "abrir el tercer ojo". Este efecto  se logra por la mescalina, uno de los alcaloides del peyote que produce la disociación del tiempo y del espacio, lo que provoca un cambio momentáneo en la percepción de quien la consume.

El pueblo wixaritari, era el guardián histórico del "hikuri" y quienes tienen el permiso del manejo del mismo. Aunque ahora muchos de sus integrantes son quienes comercian el peyote, toda vez que quienes lo buscan, llegan a pagar hasta 5 mil pesos por asistir a una reunión donde se les administre una dosis; algunas personas acuden mensualmente a estos actos.

En este tianguis llamado de San Andrés, se pueden encontrar tanto el peyote como la biznaga. Ambas especies son de crecimiento lento y alcanzan su madurez hasta los 20 años y con ello la posibilidad de reproducirse. Ya que no existen programas para la reintroducción en su hábitat natural, pues no está permitido su manejo, comercializarlas es un delito ambiental toda vez que al extraerlas se evita que se propaguen en sus zonas de origen, lo que las lleva a la extinción y con ello amenaza a las especies asociadas.  En este sentido habrá que recordar que las cactáceas se encuentran en lugares donde sirven de alimento, como importantes reservas de agua, para los animales que ahí habitan.

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México podría considerarse un edén para las cactáceas pues en el mundo existen 1400 especies,  669 se encuentran en territorio mexicano y de esas 518 son endémicas del país. Sin embargo 30 por ciento están en peligro debido a la corrupción, cambios de uso de suelo sin resguardo de las especies y la pobreza que han permitido el indiscriminado tráfico ilegal interno y hacia el extranjero, a pesar de que el peyote mexicano está sujeto a protección especial por la Norma Oficial Mexicana 059 (NOM) 2010, al igual que la la biznaga burra o tonel grande (Echinocactus platyacanthus), y la biznaga narril de Acitrón (Ferocactus histrix). 

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